
Según Tresserras, la noción de calidad televisiva es imprecisa y compleja y tiene que ver con la calidad de la programación, la producción propia y con los objetivos. Estos objetivos son diferentes según se trate de una televisión pública o de una privada. Igualmente, tanto en la una como en la otra, la suficiencia de recursos es un factor clave porque la escasez genera subordinación. Tresserras también cree en la independencia editorial, es decir, la empresa pública tiene que ser independiente respecto al poder político y la empresa privada deber serlo respecto al poder económico.
Normalmente, los espectadores tendemos a ver la televisión como un conjunto de contenidos y no como productora de productos de referencia. Para que los espectadores cambien esta visión, la televisión tiene que tener capacidad de innovación teniendo en cuenta que una multiplicación de la oferta no siempre se corresponde con una multiplicación de la diversidad. Además, las diferentes televisiones deberían asumir los compromisos sociales derivados de su agenda pública.
La calidad se tiene que medir en función del proyecto que una televisión, pública o privada, pueda asumir. Tresserras dice que existe un contrato implícito entre los espectadores y la televisión, es decir, la gente quiere tener una idea de qué se puede esperar de cada cadena y estas cadenas, a su vez, deben contribuir a la cohesión social, al imaginario compartido.
La televisión debe cumplir sus tres funciones básicas: formar, informar y entretener. Además, una televisión debe ser culta respecto a su mundo de proximidad, ya que constituye la máquina más potente que tiene una cultura para renovar lenguajes sociales como a moda, la lengua o la gestualidad, por ejemplo.
Tresserras destacó muy especialmente la función democratizadora de la televisión, ya que ésta debe actuar como un espacio público i de acceso a la cultura. Atendiendo al título de la conferencia, según Tresserras, una mirada es culta cuando los profesionales que hacen posible la televisión tienen una mirada crítica. Esta mirada es clave, ya que el medio televisivo influye en la educación de las personas que la toman como referencia. Muchas veces la televisión comunica signos de diferentes culturas. Las audiencias tienen una forma peculiar de mirar y mediante la reasignación de sentidos reciben estos signos de los que hablábamos anteriormente.
Según el conseller de Cultura, Cataluña se encuentra actualmente en un proceso de construcción nacional. Se trata de un paso nuevo que no tiene que estar basado en el pasado porque la catalanidad es un espacio histórico que puede inspirar una nueva cultura en la globalización.
Para acabar, todos los profesionales tienen que exigirse a sí mismos una mirada culta, sobretodo los profesionales de la televisión pública. La mirada culta tiene que ser plural porque la ignorancia es enemiga de la pluralidad y de la calidad. Según Tresserras, la televisión pública debe aspirar a los mejores profesionales, a un buen sistema de evolución interna, a un capital humano competente y a un reciclaje continuo porque tiene recursos y experiencia para que así sea.
Me gustaría acabar con una frase que pronunció Tresserras en la conferencia i evocar, así, a la reflexión: “Només els cultes són lliures”. Ahí os lo dejo.
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